Cada vela es elaborada con hilo de algodón trenzado a mano, que luego se sumerge lentamente en cera líquida de abejas, proveniente de apicultores locales. Esta técnica de fabricación, llamada ‘por inmersión’ es un antiguo oficio realizado por monjes en los monasterios desde la Edad Media.

Con el tiempo, la cera pura de abejas florecerá. Florecer es cuando un manto blanquecino con apariencia de copo de nieve envuelve la cera. Este signo de pureza es apreciado por los conocedores de velas naturales, ya que la cera de abejas que se ha mezclado con otras ceras es incapaz de desarrollar la floración.

Nuestro compromiso con la pureza significa que a las velas no se les agrega ningún color o aroma natural ni artificial.